Erase una vez una niña que iba a cumplir los ocho años en el mes Julio. El día de su cumpleaños, su familia le dieron muchos regalos. Los padres, aparte de los regalos le dieron una noticia: que iba a tener una hermanita. A ella le gustaba tener una hermana. Dos meses antes, de que naciese su hermana todos pensaban en el nombre que le iban a poner todos querían el nombre de Andrea o Lucia, pero la niña no le gustaba ninguno de eses nombres. La madre vio que la niña iba a jugar fuera, la madre la siguió. Ellas se sentaron en un banco que tenían al lado de casa y empezaron a hablar. La madre le preguntó que le pasaba y ella le contestó de que no le gusta ninguno de los nombres que había dicho. La madre le preguntó que nombre le quería poner a su hermana, la niña le respondió que le quería llamar Sandra. Antes de que naciese su hermana, su madre le compró una caja grande de colorines. En esa caja iba ir guardando todos los juguetes que quería que su hermana tuviera. En el mes de Febrero nació su hermana, que finalmente se llamó Sandra, en esa misma semana la niña fue metiendo juguetes y libros de cuando aprendió a leer y a escribir; y también los libros de pintar que no acabó. Esa caja la guardó en el armario de su habitación. Cuando su madre y su hermana salieron del hospital, vinieron toda su familia para ver a la hermana de la niña. Dos años más tarde, su hermana pequeña iba empezar el parbulario. Cuando su
hermana ya viniera del colegio, la niña le dió la caja que guardó en el armario. Su hermana se puso muy contenta cuando vió la caja llena de los recuerdos de su hermana mayor. La niña también se puso muy contenta cuando vió a su hermanita pintar en sus libros y jugar con los juguetes. La niña guardo toda su infancia en esa caja y quería que su hermana tuviera esa caja.
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